Poemas de la vejez o del adiós

Para N.M. Este hombre cansado de vivir, de perder sueños, de querer ser y de ser querido. Este hombre, aún fuerte, que perdió la ilusión y la tristeza de existir, que no cree sino en el ahora y en que la primavera nunca vuelve. Este hombre te ve cuando me miras y te detienes a soñarme, este hombre al que le han brotado risas y ha descubierto la dicha de achinar los ojos, porque tú cada mañana te asomas a su vida y sonríes y dejas como por descuido palabras sencillas y tiernas para que florezcan en su memoria. Este hombre que ha recorrido más de la mitad de su destino, que conoce los mordiscos y ladridos de un mundo enfurecido, sonríe a orillas de tu mirada y sueña. Sueña días mejores, días para dos, ensaya frente al espejo gestos y palabras de amor. Este forastero en tu vida ha venido a buscarte y a quedarse contigo ese rato que tu amor quiere compartir conmigo. Lo sé, soy un forastero para ti, un forastero qu

Quisiera vencer el silencio, refugiarme en una mirada, despertar en una risa, ser la razón de una alegría, sobrevivir en algún sueño, no ser siempre noche, sino por una vez ser la luz de un largo día.

Quisiera  decirte  palabras de amor, dejarlas por tu cuerpo, sonrojarme de dicha si me miras, sentir que es posible la felicidad a este lado de la vida, suspirar, enamorarme, correr a mirarte, volverte a mirar. Quisiera  decirte que te adoro, que te amo desde hace tiempos, pero sé que estás enamorada de otras palabras, de otros sueños. Quisiera  que tú fueras mi día a día,  mi sue ño al despertar, pero sé que tu amor se despierta en otros  sue ño s y mi amor no despierta de  so ñarte . 

A última hora de la tarde cuando el sol se deshace en el horizonte de pálidos azules, una nube gris  cruza mi silencio. El aire fresco de junio me acaricia el rostro, mis sueños despiertan y caen sobre mí. Se oye el sonido de un carro en la lejanía, el murmullo de conversaciones que se pierden por las calles y el olor a pastel de manzana que preparan no sé dónde se esparce por el aire. Son las últimas tardes de mi vida y aún hay en mí un vacío que espera  a ese amor que nunca fue.

Tu recuerdo, pasajero sin permiso de los viajes de mi vida, murmullo de amor que aún le hace cosquillas a mi corazón. Tu recuerdo, tregua para la soledad, dulce y amargo dejarme llevar por el ayer. Tu recuerdo, instante en que se detiene mi mundo a contemplarte. Tu recuerdo, llamada inesperada en medio de la noche que me dice desde el otro lado del universo que aún te amo. 

Que no se enamore de mí, que no me lleve a sus brazos, que no me amacize, que no me vea, que no sepa de mí, que no exista. Vida, que el miedo no exista; o si existe, que no exista yo.

Aunque vuelva a atravesar nadando el Guarinó para olvidar lo inolvidable, o regrese a su orilla que fue nuestra y a la que un día prometimos volver para nadar de amor, ya nada es lo que fue, ya nada soy. El río de la vida no se acostumbra a que me zambulla en él sin ella.

Sin ti no soy nada ni lluvia en el otoño, ni sol de verano, ni el río donde nadamos, tampoco la playa donde nos dorábamos al sol. Sin ti no hay mundo aunque llueva y sea otoño y las  sue ños  vuelen  buscando los días del estío. Sin ti no soy.