A punta de sueños creé una vida en mi imaginación. Muchas veces me conté las historias de mis aventuras por los caminos que no recorrí, por los cuerpos que no fueron míos y las veces que imaginé despertar en brazos de las bellas mujeres que no conocí. Viví en la imaginación una vida llena de vidas. Viví como quise y no me arrepiento porque cada vez que crucé esa puerta de la imaginación fui más yo que nunca. Pero un día llegó ella, amada por la realidad y por la vida, y me sacó con una sola mirada de mi imaginación para llevarme a la suya. Entré en la ciudad secreta de sus sueños y al despertar en ellos supe que había llegado a mi destino, que ella era mi realidad.