No soy el mismo, soy otro


No soy el mismo,
soy otro,
una vez más otro,
no me veo igual,
no siento lo mismo
ni pienso lo que ese otro 
que fui.
He desandado calles y ciudades,
conocido y amado mujeres,
las he nombrado en mis poemas
o en mi sonrisa
alguna tarde de otoño
en que me sentí vulnerable
a la belleza de una mujer
que me miró
como si en ello le fuera la vida.
Nadé el Caribe, el Mar Rojo,
el Atlántico y el Pacífico
y me asoleé en una playa
del Índico donde sus habitantes
soñaban en portugués.
He cambiado tantas veces de piel,
de ver la tristeza 
y la incertidumbre de la vida
como las sombras
que me siguen 
cuando me alejo de algún yo
que ya no soy.
Ya no soy ese que se enamoró
de una mujer
que escribía besos
llenos de promesas
en mi espalda,
y que  juré amar para siempre.
Ella con la que
un día al vernos de nuevo
por un instante
sentimos la dicha de esos lejanos
recuerdos que aún caminan 
por las calles de nuestra memoria.
Ya no soy el que fui,
ni el que ella amó,
ni el que transita por su mente
de tarde en tarde.
Pero en mí hay un yo, 
quizá el más yo de todos,
que aún la espera, que aún la ama. 

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