Lluvia de julio






Desde las diez de la noche no ha parado de llover. No es una lluvia fuerte, pero sí continua. La temperatura ha bajado. Refresca. Estoy solo. Daniel está en su apto de Colonia. Patricia se fue al apto de Steffi en Bad Godesberg a estrenar una olla que cocina de todo. Se queda a dormir allá. Yo estoy viendo televisión. Netflix, mejor dicho. Pero el sonido de la lluvia cayendo me recuerda que hace años no camino bajo la lluvia. Así que sin dudarlo bajo las escaleras. Voy descalzo. En casa siempre estoy descalzo. Abro la puerta de la entrada y me lanzo a la lluvia. A caminar sobre el pasto húmedo. Está semi oscuro. Un carro pasa y alumbra la calle. La lluvia cae sobre la ciudad y el jardín. Canta a la vida. Cierro los ojos y alzo la cabeza. Extiendo mis brazos y dejo que la lluvia caiga sobre mí. Que me empape. Qué placer. Ser viejo y disfrutar como un niño. Estoy bajo la lluvia fría, deliciosa. El calor de los últimos días se evapora. Volver a sentir la lluvia, la vida y un halo lejano de niñez perdida. No me cambio por nadie. 

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